miércoles, 20 de abril de 2016

Reseña: El misterioso caso de Styles



Título: El misterioso caso de Styles
Autora: Agatha Christie
Editorial: Círculo de lectores
Páginas: 250
ISBN: 978-84-226-3018-4



Un trozo de tela de color verde; una mancha, todavía húmeda, en la alfombra de la habitación del crimen; una caja vacía de polvos de bromuro; un pedazo de papel a medio quemar... Ésas son, apenas, las pistas de que dispondrá Hércules Poirot para aclarar el asesinato de la señora Inglethorp, rica, magnánima y bondadosa dama a la que, según parece, alguien le sirvió una taza de café con estricnina.

Una tragedia que nadie se explica. Pero de la que puede ser responsable cualquiera de los que se encontraba en la mansión de Styles cuando se produjo el homicidio. Los indicios para resolver el misterio serían insignificantes para otro detective que no fuese Hércules Poirot. Pero éste opina que todo tiene su importancia: ''Pobre del detective que desprecia los hechos triviales. Nunca llegará a nada'', afirma.

Sistemática, pacientemente, Poirot va atando los cabos y acercándose, con ayuda de sus células grises, a la solución que dicta la lógica.



Parece mentira que, en la larguísima carrera literaria de Agatha Christie, en la que se cuentan decenas y decenas de libros, podamos pensar en cuál fue el primero. Sin embargo, nos encontramos ante el primero de todos, El Misterioso Caso de Styles, donde nos presentan a personajes como el capitán Hastings, el inspector Japp y por supuesto nuestro querido Hércules Poirot, quienes concurrirán en muchas de las obras de la autora.
Este libro, por ser el primero, habría de ser criticado de forma delicada, puesto que ningún escritor nace sabiendo y la calidad se forja con pasión no exenta de una larga dedicación.
Al contrario de lo que muchos podrían pensar, Hércules Poirot aparece como un detective que ya se ha retirado de sus servicios, habiendo acaudalado unas rentas considerables tras muchos éxitos. Es, por tanto, un detective ya experto y conocido por todo el mundo, y Christie juega con ese detalle haciéndonos partícipes de la sensación de que deberíamos conocerle con anterioridad.
El libro, al igual que muchos otros, está escrito desde la primera persona de uno de los testigos del suceso, un amigo de confianza de Poirot: Hastings. De esa manera, y esa es la gran diferencia del estilo de Agatha Christie respecto a su predecesor Arthur Conan Doyle, descubrimos el suceso desde el punto de vista de alguien que, aún partícipe de la investigación, no la regenta y por tanto no está enterado de todos los detalles ni mucho menos.
Hastings asiste sorprendido, emocionado a veces y otras incluso enfurecido a los avances de Hercule Poirot, puesto que éste, debido a su particular personalidad, le encanta mantener la emoción hasta el final y apenas suelta prenda sobre lo que transcurre por sus (como él las llama) "células grises". A veces, incluso, desaparece durante un tiempo y Hastings debe dedicarse a otras actividades lúdicas hasta el retorno del famoso detective.
Pero no os preocupéis, aún en su prepotencia (justificada) irá mostrándonos pistas de lo que piensa con ironías, insinuaciones e incluso explicaciones como tales cuando la situación lo requiera. El detective a veces incluso puede parecer difícil de soportar debido a su arrogancia y a su forma extraña de actuar, cosa que algunos personajes no dudan en señalar a lo largo de la obra, ya que lo que a nosotros nos pudiera parecer carente de importancia, para él resulta de una repercusión vital para el caso y no duda en lanzarse de cabeza a ello.
Y, como en todo tipo de libro de misterios que se precie, Agatha Christie nos muestra una amplia gama de individuos de personalidades muy distintas, haciendo decantar las sospechas en uno o en otro según el argumento avanza. Nunca en ningún momento estamos seguros de la culpabilidad de ninguno hasta el mismísimo final.
He de reconocer que no todo es bueno. El misterio en ningún momento se vuelve apasionante y el aparente final es muy típico y falto de todo tipo de acción hasta que… ¡de pronto todo cambia! Las ruedas giran y todo da un giro de 180º, permitiendo que hasta el más leve secreto salga a la luz.
Por otra parte, no me pareció correcto incluir en el libro los sentimientos de Hastings hacía toda mujer de aspecto agradable que aparece en el relato, incluido sus muestras de alegría o tristeza según crea que haya indicios (aún incluso muy débiles) de poder llegar a algo más con ellas o no. No creo que aportara nada a la historia, salvo darle un poco más de humanidad al punto de vista del narrador.
En suma, es un libro que no está mal, puesto que sirve de preludio a lo que en su época estaba por llegar: el nacimiento del gran talento de una de las mejores escritoras de la historia. Pero como en todos los comienzos, no tiene tanta calidad como muchos de sus otros libros si lo comparamos aunque aun así me gustó mucho porque también fue el primero que yo leí de sus tantos libros.

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